
Imperfecciones, tez apagada, enrojecimientos, picazón, arrugas… el estrés no solo afecta nuestra mente, también afecta el estado de nuestra piel. ¿Por qué nuestra epidermis reacciona a nuestro estado mental? ¿Cuáles son los efectos del estrés en la piel?
Para calmar su piel y preservar su belleza, aquí tiene un panorama de los efectos del estrés en la piel, y nuestros consejos para remediarlo.
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I. Acciones y efectos del estrés en la piel
Todo comienza desde la concepción. A nivel embrionario, la piel y el sistema nervioso provienen de los mismos tejidos. De ahí el vínculo evidente entre nuestro estado mental y nuestros posibles problemas de piel.
El estrés, que es un mecanismo de defensa en situaciones de peligro, puede rápidamente tener un impacto negativo en nuestro organismo.
Un estrés prolongado o crónico provoca reacciones químicas, que, a largo plazo, perjudican a todo el cuerpo.
Cuando una persona está estresada, la secreción de cortisol se dispara. Este pico desencadena entonces una reacción inflamatoria que provoca sensibilidad y enrojecimiento, y una aceleración del envejecimiento cutáneo.
El cortisol es una hormona conocida por afectar el sistema inmunológico de la epidermis, inducir reacciones alérgicas, debilitar su función barrera y su microbioma.
Bajo la influencia del cortisol, todas las patologías cutáneas se sobreexpresan y las consecuencias son múltiples:
1. Acné
La cortisol, también llamada "hormona del estrés", aumenta la producción de sebo. El exceso de sebo obstruye los poros, lo que provoca la aparición de puntos negros o granos de acné.
Según las personas, los brotes de estrés pueden aparecer solo en la piel del rostro, o también en el cuerpo, de manera dispersa o en placas.
2. Piel seca y picazón
El estrés desequilibra la barrera cutánea y debilita la película hidrolipídica que ya no cumple su función de escudo.
Cuando la película hidrolipídica está alterada, el agua contenida naturalmente en la epidermis se evapora más rápidamente.
Menos protegida contra las agresiones externas, la piel está entonces deshidratada y seca, lo que puede provocar un malestar importante: tirantez, picazón, sensación de ardor e irritaciones al menor roce.
3. Estrés oxidativo y envejecimiento de la piel
Al igual que el tabaco, los rayos UV, la contaminación y muchos otros factores ambientales, el estrés psicológico estimula la acción de los radicales libres en el organismo y provoca un estrés oxidativo.
Este desequilibrio es el origen del envejecimiento celular y por lo tanto del envejecimiento cutáneo prematuro.
Por otro lado, la respuesta al estrés despliega un aumento de los glucocorticoides, que alteran la producción y la degradación del colágeno, los proteoglicanos y la elastina, todos los elementos constitutivos de la piel.
Resultado : la piel pierde elasticidad y firmeza, la formación de arrugas y líneas finas se acelera, el tono se vuelve opaco y pueden aparecer manchas pigmentarias.
4. Alteración del tono de piel
Más allá del cortisol, el estrés provoca la liberación de numerosas hormonas como la adrenalina, la oxitocina o la vasopresina. Cada una desencadena reacciones en cadena en el organismo y en el tejido cutáneo.
Según el tipo de estrés encontrado, estas hormonas pueden provocar una vasoconstricción cutánea, es decir, la disminución del diámetro de los vasos sanguíneos a nivel de la piel. Este fenómeno afecta la microcirculación que permite nutrir las células de la piel. En consecuencia, el tono se apaga, se vuelve más pálido y tiende hacia el gris.
La zona del contorno de ojos siendo una piel muy fina, la sangre y la linfa estancadas bajo la piel son por lo tanto muy visibles: las ojeras son más oscuras, más marcadas, y pueden incluso crear bolsas bajo los ojos.
En otros casos, el estrés provoca por el contrario una vasodilatación, que corresponde al aumento del diámetro de los vasos sanguíneos de la piel. El rostro se vuelve más rojo, en su conjunto, o por parches.
II. ¿Cómo reducir los efectos del estrés en la piel?
Para limitar los daños y combatir los efectos del estrés en la piel, debe adaptar su rutina de belleza:
1. Cuidados adaptados a tu piel
Para mejorar la apariencia de su piel, puede adaptar su rutina de cuidados tópicos.
Si eres propenso/a a los brotes de estrés y al tono apagado, una exfoliación regular te ayudará a destapar los poros, activar la microcirculación y la renovación celular. Una mascarilla purificante una vez por semana te ayudará a reducir el exceso de sebo.
Hidrata tu piel todos los días para permitirle regenerarse y protegerse contra la deshidratación y las agresiones externas. En caso de picazón y tirantez, utiliza una crema más rica de lo habitual.
Coloque su tratamiento en el refrigerador para un efecto descongestionante inmediato.
2. Un estilo de vida más saludable
Para reducir el efecto del estrés en la piel, lo ideal es atacar la causa.
Para calmar el estrés y la ansiedad, se recomienda la práctica de deporte, la meditación y una buena higiene de vida.
Equilibre lo mejor posible tu dieta ya que contribuye a tu salud física y mental. Algunos alimentos como el té verde, la manzanilla, las nueces o el chocolate negro, se recomiendan para reducir la ansiedad.
Conserve también un ciclo de sueño suficiente y regular. La falta de sueño afecta mucho a tu mente. Serás más propenso, estresado, ansioso e irritable si no descansas lo suficiente. ¡Date tiempo lejos de las pantallas, los correos y los mensajes de texto!

3. Suplementos alimenticios para una acción dirigida
El uso de complementos alimenticios anti-estrés en tu rutina de belleza diaria es un medio eficaz para combatir los efectos del estrés en la piel. Enriquecidos con micronutrientes y fitoterapia, permiten una acción dirigida en el corazón de las células para tratar la piel desde el interior.
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